sábado, 25 de febrero de 2012

JUEGOS DE LECTURA EN VOZ ALTA

JUEGOS DE LECTURA EN VOZ ALTA...
  


El presente trabajo se divide en cuatro partes:

1) LEER EN VOZ ALTA NO ES UN JUEGO (no, son muchos juegos). Una breve introducción general a los juegos y ejercicios, en la que se la que se aclara el objetivo y el espíritu con el que se proponen.

2) JUEGOS "NO TAN LOCOS". Cinco juegos que podríamos llamar de "ablandamiento" o para ganar confianza con la lectura en voz alta (en estos no importa tanto el sentido de lo que se lee, como el hecho de hacerlo en voz alta).

3) JUEGOS "LOCOS" (incluye unos "juegos muy locos"). En estos cinco juegos, al igual que en los anteriores, se hace énfasis en que no hay una sola manera de leer en voz alta, sino muchas. Se los separa de los anteriores porque estos son un poco más disparatados y habrá a quienes les resulten muy divertidos y otros que no quieran hacerlos.

4) PARA LEER... LEYENDO (juegos para leer en serio). Finalmente se llega a las propuestas para leer en voz alta, pero en las que el eje central pasa por la lectura en sí, la comprensión, el sentido de lo que se lee. Si se lo desea se puede comenzar por acá, descartando los ejercicios anteriores.



LEER EN VOZ ALTA NO ES UN JUEGO (son muchos)


Vamos a proponerles diversos juegos que se hacen leyendo en voz alta. Algunos de ellos quizás les parezca que no están muy relacionados con la lectura. Es un poco así y es intencional. Lo que se buscó es, justamente, distraer a la persona del hecho de que estaba leyendo en voz alta. Que se olvidara de eso, que la atención fuera a otra parte, a seguir las reglas del juego, lo que fuera. ¿Por qué? Porque con esos juegos queremos, justamente, hacer que cada uno gane confianza, no se sienta tan extraño leyendo algo en voz alta, diciendo algo en voz alta frente a todo el grupo. Nos pareció que la mejor manera de empezar es dejando a un lado el hecho de "la lectura" como tal. Aquí casi no importa qué se lee, ni cómo se lo hace. De esa manera nadie se sentirá juzgado ni presionado por el hecho de que "se debe entender" lo que lee. Podríamos decir que en estos primeros juegos no importa si se entiende o no el sentido de lo que se lee, porque no hay ningún sentido para entender. Lo importante es que "suelten la voz" y no sientan vergüenza de estar diciendo algo en voz alta, de que el grupo los oiga. Lo vamos a repetir, en estos primeros juegos no importa el sentido de lo que se lee, todos están dirigidos al hecho de leer en voz alta, y a ganar confianza, divertirnos, haciendo eso. Eliminamos, muy a propósito, cualquier cosa que tuviera que "hacerse bien", acá no hay nada para "hacer bien", cada uno lo hace como quiere. Son juegos para divertirnos y para ir ganando confianza, ni más ni menos que eso.


Algunos cuidados:

- No debemos permitir ningún tipo de burla ante el tono o el timbre de voz de ningún niño.
- Tampoco debemos permitir burlas o gestos de impaciencia si algunos niños leen más lento o con dificultades. Debemos hablar con los niños y explicarles que a ningún cuento le duele que lo lean más rápido o más despacio, mejor o peor. Que más les duele a las personas cuando se burlan de ellas.
- Que, como dijimos otras veces, leer bien no sólo implica leer las letras correctamente, sino hacerlo con sentimiento y entendiendo lo que se lee. Que puede haber alguno que lea más rápido que otro, y no eso no quiere decir que está entendiendo mejor que el otro lo que lee. Y puede que haya alguno que lee rápido y entiende bien, sin embargo, quizás un compañero que lee más lento se emociona mucho con lo que lee, porque es muy sensible y todo lo le llega con mucha fuerza.
- Entonces, leer bien, puede querer decir muchas cosas, podemos ponerlo en preguntas:

+ si alguien leyó rápido pero no entendió ¿leyó bien?
+ si alguien leyó con mucho sentimiento, pero despacito ¿quiere decir que leyó mal?
+ si alguien lee correctamente, pero no nos trasmite nada , o es muy poco expresivo ¿lee bien o mal?
+ si vemos que un compañero disfruta muchísimo leyendo, pero lo hace con muchas dificultades ¿es realmente un "mal lector"?



JUEGOS "NO TAN LOCOS"


1) Leer el texto variando la intensidad según el tamaño de las letras

En el ejemplo que se da a continuación vemos que las letras tienen diferentes tamaños, lo que debemos hacer es leer ese párrafo respetando el tamaño de las letras. Si es una letra grande la leeremos más fuerte, si es una letra pequeñita la leeremos en voz baja. Si en un renglón las letras se achican, nosotros también iremos bajando el tono de nuestra voz.

Variante: lo que podemos hacer es elegir un párrafo de otros cuentos y copiarlos en una hoja pero, también, con letras de distintos tamaños, o renglones en los que las letras crecen, o renglones en los que las letras se hacen chiquitas, y luego los leemos así.



2) ¿¡Qué le pasa al que lee?!

Todos estos juegos se pueden hacer con cualquier texto, puede ser un libro, una revista, lo que quieran, pero siempre es mejor escoger un texto que nos guste. Ahora lo que vamos a hacer es jugar a leer un párrafo, de unos 4 o 5 renglones, de distintas maneras. Siempre el mismo texto, pero una vez lo leemos como si estuviéramos borrachos, otra vez como si estuviéramos muertos de la risa, otra vez llorando. Aquí les damos algunos ejemplos, pero ustedes puedan agregar las maneras que más les diviertan:

- borrachos.
- asustados.
- riéndonos.
- llorando.
- con mucho sueño.
- a los gritos.
- tosiendo.
- con misterio (susurrando).
- muy apurados.
- enojados y regañando.
- muy lento.



3) Sin puntos ni apartes

Los signos de puntuación nos sirven para ver dónde comienza y termina una oración, y también nos ayudan a saber cómo quiso el autor que leyéramos su texto. Son una ayuda muy importante para entender el sentido de lo que estamos leyendo. Y si no nos creen, prueben leer sin respetar los signos de puntuación y ya verán en qué problemas se meten.
Hay, por lo menos, dos juegos posibles:

1) Que lean tratando de adivinar, de reconstruir, cómo habrá sido la puntuación original.

2) Que lean poniendo ustedes mismos los puntos y comas, pero de una manera arbitraria, vale decir, a su antojo, sin importar si está bien o mal puesto, ni siquiera si así se entiende o no lo que se lee. Se trata de un juego y de divertirnos con esto, o sea que podemos poner los puntos y comas de la manera más disparatada posible, tratando de que lo que se lea, quede bien bien confuso.



4) ¿Quién continúa? (oye ¿a quién le tocará?)

El maestro preparará unos papelitos con números, del 1 al ... (tantos como niños haya en el salón). Los mezclará, bien mezclados (porque se puede mezclar mal mezclado) en una bolsa o un sombrero. Luego pasarán los niños y cada uno tomará un papelito, el cual deberá esconder, sin decirle a nadie qué número le tocó en suerte. Cada niño tendrá un número escondido en su mano, esto creará cierto misterio, porque sabemos nuestro número, pero no sabemos qué número le habrá tocado al compañero que está sentado al lado nuestro, o a la compañera de adelante.
El juego consiste en que, de a uno, cada niño deberá leer un renglón completo, o, como siempre haremos, hasta el primer punto (seguido o aparte).
Comienza con el niño al que le tocó el número 1. El debe decir "uno", y comenzar a leer (hasta terminar el renglón o hasta el primer punto, como hayamos acordado), inmediatamente el niño que recibió el 2, debe decir "dos" y sigue él. Luego otro niño dirá "tres" y seguirá leyendo. Y así hasta que se terminen todos los números. De esta manera iremos leyendo el texto con un poco de expectación, de misterio, sabemos cuando será nuestro turno, pero ignoramos quiénes estarán antes y quiénes nos seguirán.
Se me ocurrió que, para agregar más misterio a este juego, se podría hacer de noche y con la luz apagada... pero después pensé que a esa hora nadie va a la escuela (ni tampoco alcanzaríamos a leer nada). O sea que descartamos esta última idea.

Variante: cada niño escribe, en un papelito, su nombre, después hace una bolita con él y se lo da la maestro que los mezclará a todos (mezclando bien mezclado). Luego irá sacando de a uno, leyendo el nombre del niño al que le tocará leer (un renglón o hasta el próximo punto), termina ese, e inmediatamente (para que no se interrumpa el ritmo de la lectura), el maestros dice el nombre del niño siguiente. Y así hasta que se acaban los papelitos... o el texto, o suena la campana... o vaya uno a saber qué es lo que pasa, porque así son las cosas, y habrá que seguir otro día.

Variante (de la variante): esto sólo se puede hacer una vez, porque luego ya pierde la gracia, pero puede ser divertido. Que el maestro haga trampa y repita el nombre de algún niño al que ya le tocó leer. Si el maestro tiene buena relación con el grupo, siempre causa risa cuando el maestro, jugando (atención: ju-gan-do) hace una trampa y los niños lo descubren.

5) ¿Alguien tiene un grabador?

Si el maestro o alguno de los niños tiene un grabador podemos hacer un lindo experimento con nuestras voces. Siempre es una experiencia entre extraña y simpática oír nuestra propia voz grabada, las más de las veces nos parecerá que esa no es nuestra voz. Esto ocurre porque en cómo oímos a nuestra propia voz influyen las vibraciones que el sonido produce en nuestra cabeza. Cuando la oímos grabada, esas vibraciones, por supuesto, no están y la oímos como la oyen los demás.
Uno de los juegos que podemos hacer es que el maestro vaya a otro salón o a un lugar donde el resto del grupo no oiga, los haga pasar a leer un texto, de a un renglón cada
uno. Pasa un niño, el niño lee el primer renglón de un texto, el maestro lo graba, pone pausa. Pasa otro niño, el maestro lograba, vuelve a poner pausa. así hasta que termina de pasar todo el salón.
Luego, con el libro en las manos, todos van siguiendo la lectura que está grabada (al mismo tiempo irán reconociendo la voz de cada compañero que va leyendo).


JUEGOS "LOCOS"
(incluye unos "juegos muy locos")


Estos ejercicios son como unos capítulos de Rayuela, una novela de Julio Cortázar, y que él mismo los llama "Capítulos prescindibles", vale decir que se puede prescindir de ellos, si uno quiere los lee y si no, no importa. Digamos que estos son unos juegos "prescindibles", si les parece bien o les divierte la idea de hacerlos, adelante, y si no, pasen de largo.
Nota, casi, muy importante: estos juegos o ejercicios, no están dirigidos a desarrollar "la comprensión" de lo que se lee. Es más, muchas veces, vamos a estar tan preocupados en lo que hay que hacer, que muy poca atención le podremos prestar a lo que realmente dice el texto. No importa ¿por qué? porque están pensados para que todos perdamos vergüenza de leer en voz alta. Para que al hacerlo nadie sienta que está bajo la atenta mirada de todos que juzgarán si lo hace bien o mal, si se entiende o no. Eso causa tanto miedo, que es una gran fuente de inhibición, y hace que la gente se trabe toda al leer. Son prácticas que buscan hacernos perder la timidez, recuperar un poco de espontaneidad. Pocas cosas hacen tanto mal a la lectura en voz alta, y no sólo a eso, como pensar que hay UNA manera de hacerlo bien, UNA SOLA manera. No, a la lectura en voz alta, como a la escritura, como a las cartas de amor, como a la vida misma, hay muchas maneras de hacerla. Estos juegos apuntan a eso, a que descubramos QUE NO HAY UNA SOLA MANERA DE LEER BIEN EN VOZ ALTA, sino muchas, muy diferentes, divertidas, emocionantes, emocionadas, tristes, solitarias, alegres, perdidas. Muchas, muchas maneras de leer en voz alta (¿me oyen? o perdón, creo que lo dije en voz demasiado baja... pero igual es muy importante, de todas maneras, no a todas las cosas importantes hay que leerlas a los gritos ¿no es verdad?).


1) La fila lectora
Leer en voz alta, pero en grupo, no es nada fácil, uno se adelanta, otro se atrasa, todos nos distraemos. O sea que para poder hacerlo hay que estar atento a lo que leemos, pero también al ritmo que lleva el grupo (¿por dónde están los demás? ¡Oh, no, me acabo de perder!). Vamos a intentarlo, aunque más no sea por el placer de experimentar cómo resulta leer en voz alta de esta manera.
Antiguamente, cuando los barcos eran a remo (y todavía hoy en el remo como deporte), había una persona que marcaba el ritmo, para que todos fueran parejos. Nosotros vamos a hacer algo parecido. Quizás no sea mala idea que el profesor vaya leyendo en voz alta, siempre, para que todos se guíen por el paso que él lleva. Pero acá tenemos un problema: puede ocurrir que al profesor mismo le dé pena leer en voz alta, eso también pasa; entonces lo que podemos hacer es que él no lea en voz alta siempre, que solamente dé la "entrada" (marque cuando debe empezar cada fila a leer). Nosotros tampoco queremos presionar al maestro, él también debe sentirse muy cómodo leyendo en voz alta ¿no es verdad?
Si los niños están sentados en hileras, en el salón, cada hilera leerá un renglón, luego la hilera que sigue leerá el otro, y así hasta que vuelve a la primera. Vale decir que en lugar que un sólo niños lea en voz alta, toda la fila, al mismo tiempo deberá hacerlo.
- Un sólo renglón por fila.
- Cada fila lee hasta el próximo punto (aparte o seguido).

Variante:
Cuando en una reunión el actor, o el dueño de casa, quiere levantar el ánimo de los participantes, un recurso muy usados es que diga "Y ahora los varones... y ahora las mujeres..." Nosotros vamos a hacer lo mismo, porque no queremos que nuestra fiesta nos salga mal.
Vamos a hacer lo mismo que antes, sólo que en vez de que vayamos por hilera, lo haremos primero los varones (o las niñas) y luego las niñas (o los varones, según con quién hayamos empezado).
2) Notitas de amor

Cada niño deberá escribir una notita de amor en un papel pequeño. Puede ser una declaración de amor, o un regaño amoroso, y debe tener, por lo menos, dos renglones. Las notitas son secretas, nadie le puede decir a nadie qué fue lo que escribió.
A medida que van terminando de escribirlas, hacen un bollito de papel (para que no se vea cual es o qué dice) y lo dejan en la mesa del maestro. Vamos haciendo dos montañitas en la mesa del maestro. Una con los mensajes escritos por los varones y otro montón con las notas escritas por las niñas (mientras tanto, el maestro los va mezclando lo mejor posible)
Cuando todos terminaron, empezamos el juego que consiste en esto.
El maestro les explica que estos son mensajes de amor para los niños de este salón, que el cartero dejó encima de su mesa, así que deberán pasar a leer en voz alta el que le haya tocado.
Irán pasando de a uno, a tomar uno de los mensajes (cerrando los ojos y tomando al azar, sin saber cual agarran) y leerlo en voz alta. De esta manera: pasa un varón, toma un mensaje de la montañita de las mujeres y lo lee en voz alta. se va a sentar, pasa una niña y toma un mensaje del montoncito de los varones y lo lee en voz alta.
Lo divertido del juego es que parece que el lo lee en voz alta hubiera recibido ese mensaje, fuera algo realmente dirigido para él (¡incluso el maestro puede sacar un papelito! ... a ver cómo le va).


3) El mundo del revés séver led odnum lE

Algunas veces leer en voz alta da mucha pena porque los demás se desesperan si nosotros leemos muy despacio o con muchas dificultades (a veces leer no es fácil, y menos si hay que hacerlo en voz alta ¡y menos si quién nos gusta nos está oyendo! ¡¡¡Y RETEMENOS SI LOS DEMÁS SE BURLAN!!!). Una buena manera de disimular quien lee rápido o lento es... leer al revés. Así de fácil. ¿Patas para arriba? No, palabra por palabra, de atrás para adelante. En vez de empezar un texto por la primera la palabra y luego seguir, comenzamos por la última palabra y avanzamos... ¡al revés! eso es difícil para cualquiera. Así que podemos practicar leer en voz alta sin que nadie nos esté vigilando la velocidad.


4) Leemos un renglón todo con la "a", el otro todo con la "e"...

Escogemos un párrafo de un cuento que nos guste y, en vez de leerlo con todas las vocales que tiene, vamos a leer un renglón sólo usando la vocal "a", y el renglón siguiente la "e", el siguiente renglón la "i", así hasta llegar a la "u", luego se vuelve a empezar con la "a". Al igual que siempre podemos hacer que un niño lea varios renglones, o uno por niño y luego sigue otro. Ahora, a continuación, lo que vamos a hacer es repetir este mismo párrafo, pero con las vocales cambiadas, tal como les estamos diciendo que lean para jugar.


5) Dos juegos de lectura en voz alta para las olimpíadas (¿sirve esto para algo?)

Imaginémonos que la lectura en voz alta pasa a ser disciplina olímpica... bueno, sabemos que eso es algo muy difícil, por cierto... muy difícil... en fin, tan difícil que es imposible. Algo que nunca va a ocurrir. Quizás si se nos ocurriera alguna variante la lectura en voz alta podría llegar a ser una disciplina olímpica (y si los niños se portan mal, una indisciplina, inclusive).

a) Todo el aire posible.
Pueden participar los niños que quieran. Toman todo el aire que les quepa en los pulmones y leen en voz alta todo lo que aguanten, sin volver a tomar aire.

b) Flamencos lectores.
Los flamencos son unas aves grandes, rosadas, que se paran en un sólo pie, eso creo al menos, porque yo nunca vi uno. Pero se trata de eso ¿Cuánto puedes leer en voz alta parado sobre un solo pie?


PARA LEER... LEYENDO
(juegos para leer en serio)


En enero de 1994 fui a tomar un curso sobre Filosofía para Niños a New Jersey. Matthew Lipman, Ann Margaret Sharp y los otros profesores nos hicieron leer de diferentes maneras. Cada uno de estas modos era divertido y estimulante en sí mismo. Hacía que uno estuviera atento a cuándo le tocaba leer, que conociéramos la voz de todos, incluso la de los que hablaban muy poco (a los que hablábamos mucho a veces nos tocaba un renglón pequeñísimo, por esas cosas del azar y la justicia). Del recuerdo de esas prácticas y la experiencia de la profesora Gloria Arbonés, también de Filosofía para Niños, les comparto las siguientes maneras de leer. Una sugerencia antes de empezar: si la cantidad de niños del salón lo permite, si el tamaño mismo del salón lo permite, es mejor hacer estos ejercicios sentados en rueda.


1) Sólo tres renglones

Para esta manera de leer, y las siguientes, es mejor si cada niño tiene un ejemplar del libro o una copia del texto. Es mejor, pero no quiere decir que sólo así se puede hacer. Si hay un sólo texto, o unos pocos, se lo irán pasando de compañero en compañero. Se trata de que cada niño lea tres renglones y luego siga otro compañero. Tres y sólo tres (o dos y sólo dos o cuatro y sólo cuatro, lo importante es que sea una cantidad fija de renglones, igual para todos, y que la lectura fluya bien). No importa si esos renglones termina con una frase por la mitad, o si es son muy cortos y luego sigue uno muy extenso. Si el azar hizo que me tocara leer unos renglones largos, bien; si fueron cortos, una sola palabra, bien también; si era la frase más importante del cuento, bien; y si era un frase sin la más mínima importancia, bien también.
Hay algo muy democrático en esta cosa que, a primera vista, parece un poco arbitraria. Ya que nadie lee más "porque lea mejor". Dicho de otra manera, si "leer bien" fueran moneditas, no se hace leer más a los que tienen más de esas monedas. Tengan las monedas que tengan a todos se les pide el mismo esfuerzo. Recuerdo una anécdota que me contaba mi padre, cuando él cantaba en el coro de la escuela y la directora decía, "A ver, a ver... usted, Pescetti, cállese (se hacía un silencio en el que él se callaba y todas las miradas... y oídos se concentraban en él, y ella completaba asintiendo) ... ah, ya me parecía que era usted el que desafinaba". En general los coros escolares están llenos de actitudes como ésas, que son muy buenas para la afinación, pero muy malas para las ganas de cantar, y para la autoestima de quien hicieron callar. Leer en voz alta es, de alguna manera, muy parecido a cantar. Nos sentimos expuestos frente a los demás, sentimos que hay algo "que tenemos que hacer bien" y que todos nos estarán juzgando. Entonces será bueno que quienes trabajamos con los niños recordemos que hacer leer en voz alta no es un fin en sí mismo, sino una manera más de desarrollar el gusto por la lectura y, sobre todo, el gusto por la palabra. La palabra leída, la palabra en nuestra boca, en la boca de los compañeros. La palabra que aquí suena dulce; allá, tímida; allá, demasiado fuerte; en otro, quebrada por la emoción o el susto. Es, en suma, el pensamiento y el sentimiento, hechos sonido.
Lo democrático del asunto radica en que más allá de quién sea cada uno, deberá leer el renglón que le tocó en suerte.



2) Hasta el primer punto y aparte

Es parecido al ejercicio anterior, sólo que aquí hay que leer hasta el primer punto y aparte. Comienza un niño y lee hasta que aparece el primer punto y aparte. Ahí le pasa el libro al que sigue, quién a su vez deberá leer hasta el próximo punto y aparte. Y así continúa hasta que se termina el texto... o hasta que se termina el grupo, y entonces la lectura continúa con el que había comenzado, como en una rueda sin fin.
Hay algunos momentos un poco simpáticos cuando a uno le llega el turno y sólo debe leer dos palabras, por ejemplo. Y esto es más gracioso si al que le pasa eso es al maestro, porque me parece que esto no lo había dicho antes: es algo muy bueno si el maestro también participa como uno más, y lee cuando le toca su turno y sólo lo que le corresponde leer, igual que todos.


3) Un párrafo cada uno

Parecido a las propuestas anteriores. Cada niño debe leer un párrafo, el párrafo siguiente lo lee otro niño y así hasta terminar el texto.


4) Hasta donde tengas ganas

Sencillamente se les indica que cada uno lea hasta donde tenga ganas, y luego seguirá el otro compañero. Debemos pedirles, aclararles, que sean democráticos, que puede haber otros que quieran leer y que, por lo tanto, no se pasen mucho de tiempo. Este ejercicio es bueno porque, además de la lectura, permite ponerlos en el tema del cuidado del otro, de tener en cuenta a los demás. Aunque, pensándolo bien, el hehco mismo de la lectura en voz alta es muy útil en este sentido, no solamente desde el que lee, sino desde los que escuchan también. Cuidado del otro, en este sentido, implica ser respetuoso con su manera y capacidad de leer. Ser paciente si un compañero lee con dificultades o más lentamente de lo que quisiéramos oír, o de lo que nosotros mismos podemos. No burlarnos, oír su voz, respetar su tiempo y, de esa manera, brindar un espacio de crecimiento, un espacio a salvo de burlas y críticas, donde el otro pueda esforzarse en leer mejor por su propio deseo y no para defenderse del juicio de los demás. Y al hacer esto no estamos haciendo ninguna clase de beneficencia, estamos actuando con una generosidad que, más tarde o más temprano, también necesitaremos nosotros cuando algo nos cueste un poco. Aunque más no sea para saber pedir: No me apures, esto me cuesta, no tienes por qué apurarme... Es muy probable que el que supo dar ese espacio generoso, luego sepa y pueda pedirlo, y así defenderse de los que quieran imponer su propio ritmo o sus propias soluciones. Vale decir que todos juntos estaremos aprendiendo a defendernos de esa forma de violencia que pueden ejercer sobre nosotros, o que nosotros podemos ejercer, cuando no respetamos el tiempo y la capacidad de los demás. La vida es muy larga y tiene muchos matices, siempre habrá algo o algún momento en el que nosotros seamos los que necesitamos más tiempo u otra explicación, y sin duda nos va a ser más fácil pedirlo si antes supimos darlo.



5) Casi como en el teatro

Este es un juego para cuando ya hay un poco más de experiencia en leer. Por otra parte no es, como las anteriores propuestas, para leer a primera vista, sino para llevarse a la casa y preparar. Vamos dividir la lectura teniendo en cuenta la existencia de personajes y voz narradora. Esto es mucho más fácil cuando hay diálogos, como en Los cinco horribles, de Wolf Erlbruch, por ejemplo (vamos a aclarar que tomamos a éste libro sólo como un ejemplo, entre tantos posibles). Al elegir un material para leer en voz alta, lo primero que deberá hacer el maestro es ver si hay diálogos, cuántos personajes intervienen, los personajes principales, si aparece alguno secundario, si hay una voz narradora. Veamos en nuestro ejemplo. Ahí hay cinco personajes principales (los vamos a presentar por orden de aparición, como en el teatro): el sapo, la rata, la araña, el murciélago y la hiena. Hay un personaje secundario, que es un viejo conejo que sólo hace una pregunta hacia el final del texto. También hay una voz narradora, que es la que nos va contando qué pasa, en dónde están, y quién es el que habla.
Ya sabiendo eso, el maestro les dice a los niños de su salón la cantidad de niños que necesita. O bien puede escribirlo en un papel, para crear más expectativa.


¡PUESTOS VACANTES PARA LA PRÓXIMA LECTURA!

Los cinco horribles, de Wolf Erlbruch

5 personajes principales
1 personaje secundario (habla muy poco... pero es conejo)
1 voz narradora

Una vez que tenemos a los que van a leer, se repartirán los papeles. El maestro dice, o los niños eligen quién leerá la parte de la hiena (y sólo esa), quién la parte de la rata, quién leerá todas las veces en que interviene la voz narradora, y así siguiendo. Puede que los niños pasen al frente o bien que lo hagan desde su mismo lugar. En el primer caso se parece más a una representación teatral, pero eso hará que los niños se sientan más expuestos frente al resto del grupo. De la otra manera, cada uno en su lugar, no se parece tanto al teatro, pero cada uno está cómodo donde siempre, y las voces nos llegarán desde distintos lugares del salón, lo cual también es lindo.
Un nota de cuidado: como no siempre es fácil ver qué personaje habla, hasta que el autor nos lo aclara, este juego no es bueno para hacer lectura a primera vista, a menos que los niños ya tengan una buena práctica en leer. Es preferible que se arme el grupo, la Compañía de lectura en voz alta, lo preparen en su casa, viendo cada uno cuándo le toca leer, lo ensayen, y luego lo lean para el resto del grupo.


Sugerencia:
Esto mismo se puede hacer de dos maneras. Una es leyendo en voz alta, simple yg llanamente. La otra, dramatizando, actuando el papel que nos haya tocado leer: si grita, gritar; si está llorando, llorando; y así.



6) Una persona lo lee en voz alta para todo el grupo

Hemos llegado al punto por el que quizás otras veces empezamos: pedirle a alguien que lea en voz alta. Sin embargo, hemos llegado después de dar muchas vueltas (no es lo mismo ver nuestra casa si nunca salimos del pueblo, a verla después de haber viajado). Y llegados a este punto me veo en el compromiso de revelar el que para mí es el único y más importante secreto de la lectura en voz alta (espero que estén preparados): no existe algo así como leer bien, en voz alta. Creo que es algo que ya había dicho, entonces, aquí me encantaría terminar mi parte, sería un buen golpe de efecto, pero me temo que mejor lo explico. Es que no hay una sola manera de leer bien en voz alta, sino muchas. Hay muchas maneras de leer bien en voz alta, pero no hay, no existe, una sola manera de hacerlo bien. No existe algo así como un modelo del cual los que leen bien, están más cerca, y los que leen mal, están más lejos. Y tal vez todo nuestro trabajo consista en exactamente eso: llevar al grupo a que entienda que cada uno tiene su manera particular, única, de leer en voz alta. Y que nadie debe ser juzgado por eso; así como no debemos ser juzgados por nuestra piel, nuestro cuerpo, o porque nos guste un equipo de fútbol en lugar de otro. ¿Qué pasa con los que leen con dificultades, muy lentamente o con un ritmo demasiado entrecortado? A ellos, sin duda, se les va a hacer más fácil leer en un ambiente en el que nadie les hace burlas. Lo voy a decir de otra manera, con el ejemplo del fútbol, ya ven que a mí me gusta siempre decirlo de otra manera. No se trata de que no haya campeonatos de fútbol, nacionales, mundiales; tampoco se trata de que no haya jugadores estrellas. No, no se trata de eso, de lo que estamos hablando acá, es de que todos, todos, tenemos derecho de jugar al fútbol. Hombres, mujeres, buenos jugadores, malos jugadores. Después se verá cómo se arman los equipos si hay que ir a un campeonato, eso es otra cosa. Pero jugar por jugar, por amor al juego, por placer de patear la pelota y correr y meter un gol (o atajar uno); a eso tenemos derecho todos. Igual que a leer en voz alta. Todos tenemos algo para decirle a los demás, y también algo para leerle a los demás. Algo que los demás deben escuchar de nuestra boca.
O sea que, para terminar, podemos decir que con el ejemplo del coro y el del fútbol, lo que quisimos expresar es, una vez más, aquello que tan bien dijo Gianni Rodari: que hay que desarrollar la creatividad no para que todos sean artistas, sino para que nadie sea esclavo.
No queda mucho más por decir. Que el que le guste leer en voz alta tome el libro y lo haga. Sin pena y con alegría.

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